WINO, SE CENTRA EN EL VINO COMO ACOMPAÑANTE DE LA COCINA.
En este nuevo espacio palermitano, la bebida nacional es protagonista absoluta: 120 etiquetas seleccionadas, añadas históricas, flights semanales y una cocina pensada para acompañar, en un ambiente descontracturado y vibrante.
En Thames 1347, pleno corazón de Palermo, abrió Wino, un espacio que coloca al vino en el centro de la escena con una carta de 120 etiquetas que recorre regiones, estilos y productores de Argentina, más algunas incorporaciones internacionales. La propuesta se completa con una cocina sencilla pero muy bien ejecutada, que realza los vegetales y juega con texturas, pensada para acompañar sin restar protagonismo al vino. El proyecto se inauguró el pasado 4 de julio de la mano del emprendedor gastronómico Andrés Massa y el sommelier Matías Iwao, con una idea clara: que cada copa sea un descubrimiento y que el vino vuelva a ser un ritual compartido y accesible. El salón refleja esa filosofía con un aire descontracturado y envolvente. Una gran ánfora ancestral se erige como tótem en el centro, mientras sofás de terciopelo verde abrazan las mesas semicirculares, invitando a la charla relajada. Dos murales de Victoria Ferreyra aportan color y narrativa: uno retrata la vendimia y el otro homenajea a íconos de la enología argentina como Eduardo López y Susana Balbo, junto con grandes comunicadores y embajadores como Elisabeth Checa, Miguel Brascó y Fabricio Portelli. Techos altos, paredes vidriadas, cortinas terracota y telas que generan movimiento completan una puesta fresca, vibrante y casi teatral. Con 48 cubiertos en planta baja y una cava con sala VIP en planta alta para 12 personas (ampliable a 20), Wino también ofrece un ámbito íntimo que recuerda a un living, con biblioteca y proyector, ideal para reuniones privadas. El vino es el hilo conductor. La carta, diseñada por Iwao, reúne etiquetas de proyectos independientes, medianos y pequeños, con ejemplares orgánicos y algunos naturales, que representan a las regiones vitivinícolas (Patagonia, Cuyo, Norte, Litoral y más), además de selecciones internacionales de Chile, España, Francia, Italia y Australia. Incluye botellas difíciles de conseguir en los circuitos tradicionales y se organiza por estilos: burbujas, blancos como Torrontés y Chardonnay, rosados y naranjos, y tintos que van desde Pinot Noir hasta Malbec, Cabernet Franc, Cabernet Sauvignon y blends. Entre sus joyas, destaca la sección de añadas, que recorre 50 años de historia (1975-2024), con botellas únicas como López 1975 o Weinert Malbec Estrella 1977, junto a etiquetas contemporáneas que marcan tendencia en el nuevo mapa argentino. Cada servicio se presenta en copas Riedel específicas para cada variedad, potenciando al máximo los aromas, texturas y estructura de cada vino. La filosofía de Wino es hablar del vino desde la experiencia sensorial -aromas, estructura y texturas- más allá del peso de una etiqueta. La oferta incluye servicio por botella, 15 opciones por copa que rotan periódicamente y cada semana se proponen flights de degustación de cuatro copas ($15 000) : blancos para explorar la frescura argentina, tintos para comparar estilos y variedades, un recorrido exclusivo de Malbec para descubrir su personalidad en distintas regiones y un Wine Tour con exponentes de diversos terroirs. Estos vuelos se ofrecen de martes a viernes en un imbatible 2x1 durante el happy hour, de 18 a 20 h. La cocina, a cargo del chef Federico Gauna, acompaña con platos al centro para compartir, en clave de tapeo y sin jerarquías estrictas entre entradas y principales. La carta es corta y estacional, con elaboraciones propias en panificados y pastas, y materia prima de primera. El recorrido inicia con pan de brioche, manteca de pochoclo y pickles de vegetales, cortesía de la casa. Entre los destacados: jardín de coles con emulsión de zucchini asado y chutney de kiwi, buñuelos verdes de espinaca y perejil con emulsión cítrica, baos de pesca curada con crocante de boniato, chorizo 50% vacuno y 50% cerdo pastoril con provolone y jalapeño, y la pasta Nino Bergese rellena de calabaza y corazón de yema. La charcutería suma quesos Formagge y embutidos de Corte Charcutería en estilos que varían. El cierre dulce propone un alfajor helado de frutos rojos patagónicos, dulce de leche con miso y crema, y mousse de chocolate 80% cacao con palta acompañado de bombonería artesanal con rellenos inesperados, como chocolate blanco con queso azul o laja de chocolate negro con curry.
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